Autismo (y otras especies en via de extinciòn)

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"En estos términos es más seguro buscar una conciliación que liberar una batalla..."



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Muchas personas luchan por ser normales día a día. Por mantener una apariencia y no sentir el terror de la soledad, el miedo y el abandono. Van denigrando su verdadero yo, suplantándolo por una personalidad aparente que trabaja con esquemas estereotipados, auto exigiéndose posturas y ademanes que solo buscan la aprobación social y el encaje en el entorno humano que les ahoga. Esto les da tranquilidad y entonces ya no luchan por reconocerse en su yo, si no que aceptan irrevocablemente el consciente colectivo y el sentido común como propio. Afiliados a las exigencias sociales como si fuera una religión o un equipo de fútbol se convencen de tener una personalidad propia cuando ya el inconsciente es el que continúa el trabajo de acoplar ideas y formas de vestir que no son auténticas si no ajenas. Ejemplos extremos son el cigarrillo, las drogas y el valor con que se asume las relaciones sexuales. Convencidos de que somos muy auténticos y que hacemos uso conciente de nuestro criterio y libre escogencia de opciones, la verdad es que no estamos más que afiliados a una tendencia general ubicada en el entorno que nos rodea. Y hasta cuando hacemos parte de una minoría en nuestra forma de expresarnos ante los demás y ante nosotros mismos, esta minoría pertenece ya a un grupo de minorías comunes y afines que nosotros no ignoramos. Engañar a los demás es fácil, pero engañarnos a nosotros mismos es aún más complejo, pues requiere del arte de maquillar la realidad que sentimos con un “empaste de convicción”. Hasta el más singular y pretendido autentico ser humano en esta sociedad, como yo la vivo, busca un reconocimiento de rol por parte de los demás.

Desde que nacemos tenemos caminos para escoger nuestros hábitos y acciones. Formas de hablar, mirar, sonreír y mover las manos se nos ofrecen como paquetes de promoción y en la mayoría de los casos nos limitamos a consumirlos. Esto, si acaso, es poner en uso la facultad de la libre escogencia pero no la de la creatividad.

La creatividad surge entre otros casos, de la necesidad de diseñar patrones o mapas que nos mantengan con vida cuando los que nos son ofrecidos, no son útiles o no los dominamos, y se vuelven en nuestra contra por el uso inapropiado e incoherente en una sociedad que se percata fácilmente de las diferencias en aquellos que no manejan el lenguaje verbal o emotivo como se ha convenido por la cultura a través de siglos de historia.

Entonces un lenguaje único y creado de manera individual nos protege de la inseguridad y ansiedad que causa la frustración de no ser “normales”. En el mejor de los casos un artista encuentra un espacio socialmente (y medianamente) convenido para interpretar y expresar el mundo que comparte con otros. La literatura, la actuación, la música, la escultura y la pintura son vehículos más apropiados cuando no queremos perder del todo nuestro lazos emotivos y funcionales que nos unen a la sociedad. Podemos entonces interpretar lo que vemos, escuchamos, sentimos y oímos, en un despliegue metafórico y no exacto. Algunas producciones artísticas parecen agradables “a los demás”, otras no. Aún así, el artista se da muchas veces la ardua tarea de conciliar día a día el “yo” que él entiende y el “yo” que los otros entienden.

En estos términos es más seguro buscar una conciliación que liberar una batalla.

La primera es más suave y permite la espera paciente a resolver conflictos internos, que de ser liberados descuidadamente, podrían desencadenar actitudes que le alejarían del doble objetivo de vivir y convivir logrando realizar sus deseos en la mayor medida de lo posible. Y en esa larga espera a conocer los resultados de nuestras intimas contrariedades, se abre paso el auto conocimiento y el entendimiento que nos permite expresarnos de forma veraz y reducir niveles de tensión y ansiedad.

Liberar una batalla en cambio pretende la conquista de unos gustos y unos comportamientos sobre otros. Un sin fin de agresiones bruscas que pretenden encontrar la mejor opción de vida de manera radical y tajante deja el sabor amargo de la traición a al “sí mismo” de quien lucha aguerrida y ciegamente” (entiéndase emotivamente).

En otros casos no se da cabida ni a la batalla ni a la conciliación, si no que la persona victima de su impotencia ante el lenguaje dominado por los demás, decide sumergirse en un abismo inabordable y convivir con su propio logos, su propio idioma, simbología, expresiones y placeres. Luego, el abismo se transforma en cárcel por la toma de decisiones que sacrifican el intelecto, la emoción o el cuerpo físico, para darle prioridad de acción precisamente a uno o dos de estos tres componentes, propios del ser humano, a tal punto que luego, se vuelve inaccesible querer interactuar así con el resto de los humanos. Entonces la comunicación queda paralizada a la espera de evolución.

Estos otros casos en los cuales no hay batalla ni conciliación, crean disfunciones que se manifiestan directamente en el cuerpo físico, en los procesos mentales o en los mecanismos que controlan las emociones.

Si al menos se llegase a reconocer desde el propio interior la capacidad de realizar gustos y deseos personales de un modo más acertado y placentero, entonces se aniquilaría el terror a la soledad, el miedo y el abandono sin verse afectada la condición de independencia y la capacidad de buscar realizar los deseos que cada ser humano guarda en su interior como un regalo venido de otro mundo.

El autista es victima de sus incapacidades, el artista es fruto de las posibilidades conjugadas con sus propias decisiones.


Helmer Hurtado Borrero


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1 comentario:

  1. admiro mucho a Johnny Cash, compuso Folson Prison mientras el Rey Elvis tambien cantaba, años despues Johnny de regreso del alcoholismo quiso "darse a su público" y ser coherente, pasó de la teoría a la acción y consiguió entrar a la cárcel para llevarles música ...a quienes muchos creen que ya no tendrán una segunda oportunidad.
    La música que atravieza barrotes! es más liberadora que cualquier discurso o práctica que busca llevar luz estos lugares.

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